Rockstars

Rockstars

*Por Rosana Blanco-Cano

Masthead: Laberinto de pasiones (Almodóvar 1982)

Conocí a Tatjana en 2001. Era a finales de agosto y yo empezaba “grad school” con la ilusión de una chica de 27 años.  No tenía ni idea, que esa profesora super joven, la persona más cool que había visto en la vida, Tatjana Pavlovic, se iba a convertir en una pieza clave de mi vida de adulta. Esta es una labor de reflexión un tanto ensimismada de lo que significó y significa para mí haber conocido a Tatjana, que se convirtió en Tatis muy poco tiempo después.

Tatjana fue no solo generosa en todo sentido–en materiales, en tiempo, en amistad, en consejos de estudios y más tarde consejos vitales y de mi comienzo como profesora, sino que fue un modelo en todo sentido. Su generosidad, y también su ser democrático en todas sus relaciones, fue pieza clave para que yo encontrara mi propio camino. Alguien dijo en una de sus ceremonias de despedida: Tatjana te hacía sentir como si te conociera de toda la vida.  Ella fue una sólida presencia y amistad en esos años de afianzarme en la vida. Un profundo agradecimiento, Tatis, aunque yo sé que si ella me pudiera escuchar se reiría y me diría: “pero por dios, no es nada”.

Me doy cuenta que Tatis era muy joven todavía para dejar este mundo. Al mismo tiempo, me siento muy afortunada porque la serendipia de la vida me hizo coincidir con ella en varios momentos claves de mi vida: 1) cuando estaba como estudiante graduada de Tulane, donde tomé sus clases y pude desarrollar una amistad basada en la pasión por el cine y otras muchas cosas que nos unieron a un grupo de estudiantes, 2) durante el comienzo de mi vida profesional cuando estaba escribiendo la tesis de doctorado y comenzamos a concebir un libro de cine con “las chicas” (ustedes saben quienes son), 3) cuando comencé la vida de académica en serio, con un trabajo de profesora y muchas de cómo sobrevivir la académica estadounidense–desde la preparación de mis entrevistas en el MLA, cómo negociar cuando te ofrecen un trabajo, como salir exitosa para el “tenure”, 4) y finalmente cuando también tuve una prueba en la vida al tener yo un derrame cerebral. Ella estuvo presente en cada uno de esos momentos. De una manera u otra, sabía estar presente mientras yo estaba en Massachusetts, o ella estaba en Nueva York por la llegada de Katrina a New Orleans. Mientras escribíamos como grupo el libro 100 Years of Spanish Cinema a larga distancia, o mientras yo estaba en terapia de lenguaje tras mi derrame cerebral en 2018 y ella estaba asimismo lidiando con su salud y vida.

Podría decir tantas cosas de cada uno de esos momentos. Pero ya que este breve escrito es para reflexionar sobre su legado (puede llamarse académico o de vida, o las dos cosas) me quiero centrar en el legado que dejó en mi ser su estudiante y, más tarde, su colega. Tomé apenas dos clases con ella de cine español y, más tarde, fue mi profesora de un estudio independiente sobre cine mexicano (que al final de mi doctorado fue uno de mis campos). Yo ya compartía el gusto por el cine de Almodóvar, pero el espíritu crítico y rebelde de Tatjana me abrió los ojos hacia otras lecturas cinematográficas. Tuvimos conversaciones interminables sobre todo tipo de temas. Lo que era fabuloso de estar con ella es que siempre te hacía sentir como en una conversación de igual a igual.  Eso fue un refugio para mí, porque esos años de formación podían ser duros en relación con las jerarquías. Cuando nos hicimos más amigas y en una fiesta concebimos, junto con un grupo de amigas, el libro de cine. Recuerdo que esa vez dijimos: vamos a comenzar con el de España y luego nos vamos con el de Latinoamérica. Como si tuviéramos toda la vida por delante.  En nuestras reuniones siempre había una combinación entre bailes de Rafaella Carrá, siempre riendo, y hablando de asuntos académicos y vitales al mismo tiempo. Puedo considerar que esos fueron años muy felices porque había la pasión por dichos estudios, en un país que no era el mío, sabiendo un inglés bastante regular, y entre mis amigas estaba aquella mujer inteligentísima, muy disciplinada y también muy amante de la vida. Yo era una chica muy vocal en relación con ser feminista, y nunca me había encontrado con profesoras que me dijeron sin aspavientos: adelante, está muy bien que seas como seas. Una de ellas fue Tatjana. El respeto que tenía Tatjana por sus estudiantes, por hacer valer lo que cada uno era, es algo que yo considero un legado de ella en mi carrera profesional. Recuerdo que los primeros trabajos escolares que escribí en sus clases eran muy intrincados, lo cual Tatjana amablemente calificó como “algo densos”, pero siempre le dio un valor positivo a lo que hacía. Eso para mí fue importante en el desarrollo de mi carrera como profesora y académica.

Original Collage (Alejandra Osorio)

Recuerdo que cuando escribimos el libro de cine me dijo entre risas, pero a la vez muy seriamente: necesito que tú escribas como te sale, que no te “cortes” (o te avergüences) de hacer los análisis con tu veta claramente feminista. Recuerdo que, en un hotel de Portland, mientras estábamos en una conferencia, varias de nosotras pasamos todo un fin de semana leyendo capítulos del libro y “puliéndolos” para hacer más accesible la lectura. Recuerdo cuando leímos el capítulo del cual yo hice el análisis cinematográfico: Viridiana de Buñuel. Nos reímos como locas ante las declamaciones por mi parte con respecto a la temática de género en la película. Cuando le recordé lo que me había dicho al principio “no te cortes” se echó a reír de nuevo. Tatjana sabía perfectamente cómo combinar las risas con la disciplina, el quehacer académico con la conversación vital de cómo nos estaba yendo a cada una.  El legado que yo guardo como persona, como estudiante y colega de Tatjana es que ella te hacía de espejo para que tú vieras lo valiosa que eras. Esto ha sido la clave de mi propia relación con mis estudiantes en los últimos 20 años.

Viridiana (Luis Buñuel, 1961)

El último mensaje que intercambiamos con Tatjana fue en septiembre de 2024. Ella había sido atendida recientemente por un estudiante mío de Trinity University que estaba haciendo su residencia de doctor en Houston. Ese estudiante es una bella persona, y Tatis como siempre, lo trató como se trata a un amigo. Ellos hablaron como de que él había sido mi estudiante, justamente, en una clase de cine español. Más tarde, al intercambiar un par de mensajes sobre la partida de Tatjana, mi ex-estudiante me dijo: siempre te voy a agradecer que nos hayas enseñado con tanta pasión el cine de Almodóvar, sin saber que Tatis fue parte fundamental de esa relación que tengo con el cine. Como dijo ella en los últimos mensajes que intercambié con ella y con otros amigos: “éramos/somos rockstars”. Para mí siempre será de mis “rockstars” favoritas en la vida. Ya no pude enseñarle un libro co-escrito con dos colegas, que sigue el mismo formato de 100 Years of Spanish Cinema, pero esta vez tratándose de cine queer y hecho por mujeres en Latinoamérica y el contexto U.S, Latinx. Ya no pude decirle todo lo que agradezco de ella. Tatis: te llevo en el corazón siempre, gracias por todo lo que me diste como profesora, colega y amiga.

*Rosana Blanco-Cano es profesora en Trinity University (San Antonio, Texas).

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